Desde siempre hemos sabido de los antojos. Hemos escuchado hablar de una u otra manera de esto. Los antojos no son más que un deseo intenso por algo, lo cual hace que nos olvidemos de prioridades.

Los Antojos no respetan tu condición económica tampoco, no es como que puedas razonar con ellos, por ejemplo, (Dije que no voy a comer dulces porque estoy a dieta pero es que ese flan que están vendiendo me está llamando, no puedo soportarlo. Lo próximo que escuchas es la cajera preguntando: “pagaras cash o con tarjeta de crédito”). Si, así son los antojos.antojo de Dios

Fui con mi esposa al supermercado a hacer las compras, observo que mientras llevo el carrito (“Mi trabajo habitual”) ella se desplaza de un lado a otro tomando todos los alimentos que hay que reponer en la cocina. Me tome la libertad ya que tenía mucho tiempo en mis manos para pensar en cómo ella los clasificaba a mí entender:

  1. Los Alimentos necesarios día a día
  2. Los no tan necesarios pero se ven bien
  3. Los no necesarios pero entretienen

Mi otro trabajo es hacer que salgamos rápido de ahí por razones obvias que involucran mi cartera.

Pasamos a la caja y compramos lo que supongo era una compra de 9 a 12 días. Cuando salimos del establecimiento y conduzco hacia la casa pasamos por el frente de una pizzería y mi esposa dice: “¿Vas a comprar Pizza?”

Pienso: “Que no está viendo que tenemos comida suficiente aquí para varios días” (y a mí también me gusta la Pizza, por si acaso alguien lo duda). Pero me insiste y yo simplemente cedí.

En la casa le pregunto porque compramos pizza si teníamos comida y me contesto: “Mi vida, eso es un antojo”

Desde ese momento recordé que había olvidado clasificar otro tipo de alimento: “El antojo”.  Y reflexione en Dios: me gustaría ser el antojo de Dios. No algo necesario del día a día. Me gustaría hacer sus ojos brillar de emoción con mi adoración, deseable a sus ojos. Me gustaría ser su antojo y no un ministro (servidor) que se vea bien a los ojos de los hombres. Ser su antojo y no ser un artista adorador que solamente y simplemente entretiene una audiencia, sino el deleite de Dios, su antojo eterno.

La biblia relata un pasaje que respalda esto:

23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Juan 4:23 (énfasis mío)

El Padre busca esta clase de adoradores. Los más deseables a sus ojos. Los cuales no necesariamente son los que más aparecen en los eventos o en el altar. Sino los que se toman el tiempo de ser como Ester, la cual se hizo deseable para el Rey (Ver Ester Capitulo 2). No importando el proceso que tenga que pasar, con la mente puesta en agradar a Dios de todo corazón.

Dios es el mejor catador

El prueba los corazones antes de saber si son sinceros. Ninguno de nosotros somos dignos de su presencia pero en su infinito amor él nos hace deseables a sus ojos:

Por esto oraba el Salmista David diciendo:

«Pero, ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que podamos darte estas ofrendas voluntarias? En verdad, tú eres el dueño de todo, y lo que te hemos dado, de ti lo hemos recibido. 15 Ante ti, somos extranjeros y peregrinos, como lo fueron nuestros antepasados. Nuestros días sobre la tierra son sólo una sombra sin esperanza.16 Señor y Dios nuestro, de ti procede todo cuanto hemos conseguido para construir un templo a tu santo nombre. ¡Todo es tuyo! 17 Yo sé, mi Dios, que tú pruebas los corazones y amas la rectitud. Por eso, con rectitud de corazón te he ofrecido voluntariamente todas estas cosas, y he visto con júbilo que tu pueblo, aquí presente, te ha traído sus ofrendas. 18 Señor, Dios de nuestros antepasados Abraham, Isaac e Israel, conserva por siempre estos pensamientos en el corazón de tu pueblo, y dirige su corazón hacia ti. 19 Dale también a mi hijo Salomón un corazón íntegro, paraque obedezca y ponga en práctica tus mandamientos, preceptos y leyes. Permítele construir el templo para el cual he hecho esta provisión.» 1 Crónicas 29:14-19 (énfasis mío)

Por esto es necesario que seamos deseables a sus ojos, a los ojos de Dios;  que seamos su antojo eterno, en vez de hacernos deseables a la vista de los hombres.

Edgar Sabino,

http://reunionsanta.org/

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *